
El gobierno exige el cobro de los impuestos con la intención de buscar una mayor eficiencia en la economía del país y para que los ciudadanos contribuyan al sostenimiento de los gastos públicos, de esta manera se consigue tener un mejor funcionamiento del país: tanto en la defensa, nuestra infraestructura, etc. Sin embargo, algunos impuestos están diseñados para influir en el comportamiento de los ciudadanos. Hablamos en nuestra publicación sobre Oferta y demanda sobre cómo se pueden usar los impuestos para reducir la demanda de comportamientos no deseados, como usar los impuestos sobre los cigarrillos para desalentar el tabaquismo. Y se ofrecen deducciones fiscales como la deducción de intereses hipotecarios para fomentar un comportamiento positivo un ejemplo puede ser la adquisición de una vivienda.
Es una idea popular introducir impuestos “pecados” sobre el comportamiento indeseable, porque hay pocos inconvenientes para los políticos que los proponen. Una ciudad puede introducir un impuesto sobre los refrescos azucarados para ayudar a que las personas sean más saludables. Dado que hacer que todos estén más saludables parece un objetivo noble, el gobierno puede aumentar los impuestos sin molestar demasiado a la gente.
Estos impuestos en ingles se llaman “sin” taxes lo que traduce al español “impuestos pecado”. Los llamados impuestos pecado tienen desventajas. Como ya sabemos, aumentar el costo de ciertas actividades o productos reduce la demanda de ellas, pero si el gobierno se ha acostumbrado a los ingresos de esos impuestos, enfrentará déficits presupuestarios.
Otro problema es que los impuestos al pecado tienden a gravar desproporcionadamente a la población menos favorecida. Los impuestos sobre actividades como los juegos de azar y el tabaquismo afectan a los pobres porque es más probable que jueguen y fumen con la misma frecuencia, especialmente si tienen algún tipo de adición.
Por eso cuando tu gobierno decide imponer un impuesto pecado es importante recodar el principio económico básico de estos impuestos: si elevas el precio de algo, la población obtendrá menos de ese producto. Entonces, si aumentar el precio de los cigarrillos hace que tengamos menos fumadores, entonces ¿los elevar los impuestos a la propiedad desalienta la compra de propiedades? Recuerde que si bien entendemos que los impuestos influyen en el comportamiento de la gente, el efecto puede variar mucho en magnitud y afectar negativamente a muchos ciudadanos.
Ana Maria Leon
Tampa Multiservice
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